domingo, 4 de diciembre de 2005

MOBBING CON MAYÚSCULAS 2 - EL AYUNTAMIENTO DE MADRID

LAS COSAS VAN DE MAL EN PEOR

Me despierto por las mañanas temblando, muy angustiada, triste. Me doy cuenta de que, durante el sueño, he estado dando vueltas a la situación para encontrar la clave de lo que me sucede y creo que me voy acercando, si no la he encontrado ya. Dando vueltas también a la solución, y esto es mucho más complicado.

Como véis, me atrevo a concretar más: el Ayuntamiento de Madrid es la administración para la cual trabajo desde hace once años y medio. Entré con mal pie desde el primer día, de eso no hay duda, tras aprobar unas oposiciones para las que había estado estudiando durante dos años, sin descanso, mientras trabajaba. Llegaba a casa a las seis de la tarde y me ponía a estudiar hasta última hora de la noche. No me quejo, sé que todo el mundo está sometido a grandes esfuerzos.

Mi primer día, un catorce de Julio, miércoles, 1993. Estaba sumemente nerviosa, llegué toda guapa, seria, intentando causar buena impresión. Fue al revés: por lo visto la causé malísima.

Durante ocho años estuve aguantando en silencio una situación de cuchilladas, insultos, calumnias, odios a muerte entre compañeros, luchas ridículas por un poder absurdo, por triunfos absolutamente mediocres. Fundamentalmente, una situación de aislamiento constante, de desvalorización diaria. El ambiente era tal que hubo varios brotes que precisaron atención psiquiátrica entre los compañeros.

Entonces, en el Ayuntamiento, las posibilidades de cambiar de puesto eran prácticamente inexistentes. De pronto, hace tres años, la situación cambió totalmente para mí. Pude irme a otro puesto donde me sentí mucho mejor. Milagrosamente, dos años después, consigo otro puesto nuevo, en un nivel más alto, el que he tenido hasta hace un par de semanas.

He estado esforzándome en él todo lo posible, haciendo cosas sin que me las pidieran, trabajando a tope cuando ha sido necesario, sin salir a desayunar, muchos días sin salir a comer. Creía que las cosas iban bien. De pronto me encuentro, en cosa de un mes, que todo se pone en mi contra y que no se me da ninguna oportunidad, ni el último deseo del condenado a muerte.

Desde entonces me pregunto por qué. Es posible que tenga que ver con el hecho de que muchos de mis antiguos compañeros trabajaran cerca, en otro edificio, a unos metros.

No le veo salida: se me han cerrado las puertas, se me ha castigado profesionalmente. Es decir: no le veo salida por métodos cotidianos. La única solución que le veo es hablar de una vez, contarlo todo y que salga el sol por donde quiera.

Se me está ocurriendo que todos los que paséis por este blog y os encontrés en una situación similar a la mía, os pongáis en CONTACTO conmigo en: oniric@gmail.com

Creo que aún podemos ir más lejos: ¡¡¡¡ASOCIARNOS!!!!



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