Resultó profética la mirada con la que me había encontrado; profético, incluso, mi estado de ánimo. Sólo que yo no creo en la capacidad de adivinar el futuro.
Sirva, pues, esa triste mirada, para recordar a todos los niños cuya inocencia ha desaparecido entre las negras alas del horror.
No hay comentarios:
Publicar un comentario